domingo, 26 de agosto de 2012

Capítulo VII: Se disuelve la reunión (tercera parte)


-¿Ves lo que te hubiera pasado?- preguntó Freya entrando por una puerta del costado con la verdadera Patricia, que aún miraba espantada con lo que le había pasado a su doble. En realidad no era su doble tampoco, sino el dios Thor que había atajado la flecha con su martillo. Ni el más avispado se había dado cuenta de la transformación, ni siquiera Loki, que con la sorpresa se había hecho visible.
-¡Loki quiso matar a Eco!- rugió Freya.- ¡Atrápenlo!- ordenó, pero su compatriota ya estaba en el bosque, y tras él unos cuantos perseguidores.
Thor y Freya explicaron después los motivos de su ausencia. Freya escuchó a Loki disfrazado de ninfa hablando de Eco, y comprendió que solo quería hacerle daño, por lo que le comunicó a Thor sus sospechas. Habían buscado a Eco por todos los lugares posibles, y habían tardado más de la cuenta porque Eco era humana y no podían rastrarla como ninfa, sumado al hecho de que ninguno de sus amigos les querían decir donde vivía ni cual era su nombre humano, porque creían que le querían hacer daño. Al fin la encontraron cuando estaba infiltrada entre las estatuas, inmovilizada por un hechizo de Loki para que no pidiera auxilio, y también les costó convencerla de que querían salvarle la vida. Al fin ella les había hecho caso a regañadientes, y ahora no paraba de agradecerles y pedirles disculpas. Sitaucasude y Nadiade se dieron cuenta entonces de quien les había dado la idea de infiltrar a Eco había sido Loki. Pero con eso no terminaron las sorpresas esa noche para ninguno.

La adaptación de tiempos que había provocado Circe transportó a Hasta-Nera y Si’güí a ese mismo momento. En medio de la derrota y la huida, se encontraron con el dios Llústar.
-¡Llústar!- gritaron coléricamente al verlo.
-¡Hasta-Nera! ¡Si’güí!- exclamó Loki, y huyó despavorido.
Así, él resultó ser Llüstar, el dañino dios que había provocado la decadencia de sus compatriotas y que escapó cuando se dio cuenta de que no podía remediar el desastre que había hecho. Él era de los que no sabía el Secreto.
-¡Maldito seas, Llústar!- gritó Si´güí, y se preparó para perseguirlo, pero Hasta-Nera supo que no valía la pena y la tironeó hasta las ruinas de Aislsost Nai, donde se dieron cuenta de que su hogar se había derrumbado, y de donde nunca más volvieron a salir.

En tanto, pasaban otras cosas en la fiesta. El concurso de tiro al blanco había quedado suspendido por la desorganización y los comentarios que siguieron. Gran parte opinaba que Eris y Loki eran tal para cual, porque si faltaba Eris estaba Loki, a lo que otros decían que no era tan así porque lo de Eris era la discordia y era su trabajo, en tanto que Loki era una inmundicia y lo hacía porque le gustaba. Las ninfas rodeaban a Patricia y le pedían disculpas por haberle insistido tanto para que fuera, siendo de esta forma que casi la habían matado. Odín reconocía que no tendría que llevar a Loki, pero era porque creía que se había enmendado. Skadi dejó a un lado su enojo y preguntó como había pasado todo, porque ella no estaba. Al escuchar todo, dio un golpe de escarcha y dijo que ya iba a ver cuando lo agarrase. “¡Tarambana montavikingos!”, resopló más enojada, y se fue convertida en tormenta polar. A todo esto, los Indeseables se habían recuperado del susto y estaban empezando a reírse de nuevo y estaban sacando conclusiones apresuradas sobre la fiesta, demasiado cerca de los oídos de Palas Atenea, que estaba de nuevo discutiendo con Isis.
- Creo que no vamos a parar de reírnos hasta dentro de unos años- decía la diosa Kali, al lado de Heraclion y los Ocho Inmortales.- ¡Ya sabíamos que esto no les podía salir bien! ¡Mira tu antigua dueña, Griego! ¡No sabe ni organizar una fiesta!
- Ajá… ajá- decía Heraclion, aún molesto por la humillación que había sufrido antes de que lo encontrase Atenea.
- Eso le pasa por la falta de sexo- acotó uno.- Cómo a su ex amiga Isis, que desde que se peleó con Marduk no ha visto un pepino.
Isis escuchó eso e iba a vengarse, pero Atenea la atajó. Isis le preguntó “¿ah, porque dicen eso de mí?” y Atenea le respondió “te dije que tengo una baraja bajo la manga. La voy a soltar en cuanto digan lo peor, y no falta mucho para eso”.
-¿La próxima fiesta la armamos nosotros? Vamos a hacer concursos de ambrosía como el malo de acá pero vamos a arreglar todo para ganar nosotros, y nadie nos va a poder decir nada porque vamos a ser los dueños de casa.- Atenea saltó “¡eso es!”.
-¿Te parece que eso es lo peor?- preguntó Isis.
- No, pero es justo lo que precisaba escuchar- le dijo Atenea, y se fue sin explicarle lo que hubiera sido lo peor.
- Les quería decir unas cosas- se les plantó la diosa griega a los Indeseables. La egipcia la miraba desde un escondite, intrigada.
-¿Qué es lo que quiere la gran diosa griega?- se burló Heraclion, para quedar bien con sus compañeros.
- Heraclion, no tenes nada que hacer con esos ocho descarnados de mala muerte- largó, disfrutando cada palabra. Muchos Indeseables abrieron la boca para protestar, pero vieron que los Inmortales chinos no estaban muy tranquilos.- Sí. Lo que dije. Descarnados- agregó.
-¿Por qué decís eso, griega de mierda?- ladró uno de ellos.
- Porque, que yo sepa, Heraclion es el único inmortal verdadero entre estos nueve.
-¡No!- gritaron los ocho chinos a la vez, asustados, y sus cuerpos descompuestos cayeron al suelo, quedando solo ocho figuras transparentes al lado de Heraclion, salpicado por la podredumbre.
-¿Quién es el fracasado ahora? No se molesten en sacar las armas. Están en mi salón y no me pueden decir nada. Heraclion, salí de al lado de esos cadáveres. ¡Los famosos Ocho Inmortales son simples espíritus que cambian de cuerpo cada vez que se les gasta!- exclamó a vivas voces. Algunos dioses se acercaron, interesados en la paliza que les estaba dando a los Indeseables. Los espíritus gritaban y se mostraban enojados, pero no se animaban a más porque estaban avergonzados.
- Y para ustedes también hay, no se hagan los distraídos- prosiguió la diosa, señalando a algunos.- ¿Tener diez o veinte fieles es tener toda una comunidad religiosa? Y muchos de ellos tienen más de ochenta años así que en poco tiempo… chau religión. Se nos van a tener que unir.
-¡Qué tonterías que uno escucha!- dijo un Indeseable importante, mirando alrededor para que todos se rieran de Atenea, pero en cambio encontró a no pocos haciéndose los distraídos o los sordos.- ¿Qué? ¿No van a decir que…?
- Es más- siguió Atenea, gozándola como nunca.- Chun Chin Liu Tan, hace dos meses murió tu último sacerdote, no sé si alguien te avisó. ¡Ay, no, como te van a avisar si ya nadie cree en vos, pobrecito!- Chun Chin Liu Tan estaba con los ojos desorbitados, porque creía que a esos datos solo los sabía él.
-¡Y tampoco nadie cree más en estos otros señores…!- intentó hacerse oír Atenea, pero ya no era necesario meter más púa porque en el grupo de los Indeseables se estaban armando discusiones de alto calibre sobre la cantidad de creyentes o la falsedad de los dioses. Atenea se quedó mirándolos en silencio disfrutando del espectáculo, se dio media vuelta, y se fue. Isis fue a hablar con ella, totalmente sorprendida:
-¡Atenea! ¿Desde cuándo sabes eso?
- Siempre me he mantenido informada sobre estas personas, los tengo controlados. Como verás, sirve de algo ser imperialista.
-¿Por qué no lo dijiste antes?
- Les quería dar una sorpresa a todos. No me dirás que no fui bastante original.
- Perdón por habernos reído.
-¿Crees que la podes arreglar tan fácil? Te he visto tomando nota de todo lo que hablamos los griegos para criticar después. ¡Otra que aquellos!
-¡Palas Atenea! ¡Palas Atenea!- Heraclion los alcanzó.
-¿Ves? Otro pesado. Dice mi nombre como si fuera una marca de palas. ¿Qué queres, Heraclión?
-¡Perdón, perdón, yo no sabía de eso! ¡Me dejé mandonear por espíritus sin cuerpo fijo por creerlos iguales a mí!
-¿No me digas? ¿Así que yo tenía razón? ¿Ves que yo te conozco? ¡Y ahora me dejan en paz los dos que tengo que esperar las felicitaciones por lo que hice! ¿Isis, no queres un esclavo?- preguntó entre el enojo y la alegría, y de nuevo se metió en el salón.

Había una tropilla de seres persiguiendo a Loki, pero ninguno alcanzó a ver a Hasta-Nera y Si’güí zambulléndose en el lago por última vez.
Loki iba corriendo a toda la velocidad que sus piernas le permitían llevándose por delante cualquier cosa que se le cruzase, y de esta forma le sacó bastante ventaja a sus perseguidores, pero de pronto se encontró corriendo entre ellos; debió salirse y estar de nuevo con la jauría de Artemis mordiéndole los talones. No solo estaba ella tras él, sino que un montón más de dioses se había sumado a la cacería. A la cabeza estaba Buhemotr corriendo como una liebre, y sobre todos había un remolino de nubes y nieve candente removidos por un furioso viento polar. Sí, definitivamente era Skadi cuando estaba enojada. ¡Traidora!, pensó Loki, antes eras como yo y ahora te haces la buena, ¡buena mierda! Cuando salga de esto y las cosas se arreglen un poco, vas a ver, amenazó mentalmente, confiando en que Skadi lo oyese.
-¡Somos un poder en nosotros mismos!- le pareció escuchar, y salió rebotando contra una telaraña localizada en la entrada de donde cuidaban los dragones de los dioses visitantes. Una sirena pasaba tranquilamente en el río, y eso inspiró a Loki para generar otra maldad aún en el medio de la persecución. Se desprendió de la telaraña, llevó un dragón a la costa del lago y le hundió la espada en el cuello, tratando de que toda la sangre tocara el agua. Todas las sirenas y demás seres marinos salieron arrastrándose por todas las orillas del lago presas de crueles quemaduras por ser muy sensibles a la sangre de dragón. Poseidón y su mujer vieron esto y se sumaron a la persecución, porque se dieron cuenta enseguida de quien había hecho eso.
Los elementales le hicieron las mil y una a Loki, aunque muchos de ellos pagaron con la vida semejante audacia. Las raíces salían de la tierra y se les enredaban en los pies y él quemaba los árboles sin mirar. Se desataban vendavales que querían arrastrarlo pero los esquivaba con la pericia propia de un dios. Se armaron relámpagos y rayos que salían de los árboles. Se armaron terremotos, se produjeron arenas movedizas. Todo esto era causado por la furia de los elementales burlados por él. Loki no lo sabía, es más, le pareció que lo estaban ayudando a escapar y pidió a los gritos que no lo castigaran tanto. Una voz potente dijo “¡ahí está el enemigo que hay que detener!”. Le siguió un torrente de risas y se redoblaron los fenómenos naturales. Loki comprendió que le había salido el tiro por la culata y redobló el paso. Sus perseguidores lo habían perdido de vista, pero Buhemotr, como todos los faunos, tenía la capacidad de localizar dioses.
Loki ganó más terreno al saltar un hondo precipicio, pero se las tuvo que ver con una tropilla de unicornios que lo dejaron todo lastimado. Sacó su espada y les cortó la cabeza a todos de un solo golpe y rebote, pero en la última muerte un viento huracanado lo hizo rodar en una pendiente y cayó justo en la orilla del río, a cien metros de sus perseguidores. Era el fin de la cacería.
-¡Aquí! ¡Venga aquí! ¡No lo alcanzarán!- escuchó. Vio a Rocío de Luna con los brazos extendidos hacia él.- ¡No podrán atraparlo!- La mujer estaba desnuda, recubierta por una leve membrana verde. Que importa, se dijo, y con las últimas fuerzas se puso al lado suyo. Rocío lo abrazó. “Textura escamosa”, pensó, y le dijo:
- Gracias, Rocío.
- No me llamo Rocío- dijo ella, con una voz realmente sibilante y se levantó en el aire enroscada en Loki.- ¡Soy Artgard, la lengua parlante de Jormungard!
Los perseguidores de Loki se detuvieron estupefactos antes de llegar a la orilla. Había una alargada mancha negra bajo agua que salía a la superficie y se convertía en una inmensa serpiente que se levantaba por lo menos trescientos metros. Su aspecto no había cambiado en lo más mínimo, aunque Loki vio que tenía una amplia herida no cicatrizada en el lugar donde le había dado el golpe.
- Insensato- le susurró la lengua-, ¿creíste que me pegabas con el martillo principal?
Poco pudieron hacer los que miraban sorprendidos por eso. Jormungard se tragó a Loki y luego se zambulló pesadamente, causando un pequeño maremoto que barrió las dos orillas y levantó en el aire a dioses, árboles, faunos, animales, tritones, y sirenas. Los dioses quisieron escapar de la gran ola que se les venía encima, pero dioses y todo, no lo lograron. Buhemotr se quedó extasiado mirando todo ese montón de agua tan alto y solo el oportuno manotón de un centauro lo salvó de morir ahogado.

-¡Se lo comió! ¡Se lo comió!- repetía Artemis mientras emprendían el regreso a la fiesta.
- Sí, ¿y qué?- le decía Ares, que también había ido a la cacería.
-¡Qué lo mató! ¡Lo mató! ¿No entienden?
-¡No lo mató!- exclamó Thor.- ¡Las ganas de Skadi! Ahora me explico el asunto de que lo encontré con uno de mis martillos. Me dijo que se quería matar pero ahora veo que era para dar lástima, para que yo no sospeche.
-¡Uff! Esta fiesta ha resultado más entretenida de lo que creíamos que iba a ser. Empezamos mal con el concurso de los relatos que al fin se volvió de adivinanzas. ¡Y lo de las arpías…!
- La de cosas que estarán diciendo los Indeseables.
- A esos alguien les tiene que parar el carro- consideró Hades.- No puede ser que cada vez que nos juntemos tengan que aparecer para criticar o reírse. ¿Por qué mejor no se dedican a sus fieles y se dejan de joder? ¡Eso! ¡Les voy a decir eso!
- Te van a retrucar con algo peor. ¡Ya los conoces…!
-¿Alguien conoce un camino más corto?- preguntó el dios Irinduguay a los gritos.- No pienso dar un paso más. Odio este bosque.
- Gracias. Lo hice yo- le dijo Ceres.
-¡Con más razón!- dijo Irinduguay muy serio, pero se rió.-¡Chiste, no es por vos? Por lo general odio los bosques. Lo mío es el desierto, la arena. Has fabricado este bosque tan bien que lo detesto completamente. ¡Quiero salir de acá!
- Por acá, no te angusties- le dijo la diosa, e hizo que unos árboles se moviesen. Ahí nomás estaba la fiesta, con todos los dioses contemplando una discusión que estaban teniendo… ¡los Indeseables! ¡De que nos habremos perdido!, pensó más de uno y no se equivocaba. Sin embargo, todos les prestaron atención de pronto y empezaron a reírse porque se veían como un pequeño ejército humano embarrado, fatigado, por no hablar de las diosas que iban exhaustas en el carro de Artemis, al lado de sus perros jadeantes. “¡Salí, lambedor!”, le sacudió Skadi a un perro especialmente cariñoso. Freya iba a caballo del lobo Fenris y se caía de cansancio. Los centauros vienen con el caballo cansado, bromeó Gisella, pero no se animó a hacerles ninguna nota. Poseidón y su esposa eran los cansados más románticos, porque volvían por el río navegando en una nave hecha con el caparazón de un gran argonauta. Buhemotr parecía haberse pegado un baño por lavarropas, y ahora roncaba a pata suelta sobre el hombro de Quirón, a quien no le gustaba para nada llevarlo. Todo el grupo estaba pasado por agua, parecía un bosque después de un diluvio. No se ofendieron para nada con las risas, y hasta respondieron con algunas risas cansadas. Los Indeseables también los miraron pero no se burlaron. Antes que nada, Hades los encaró y les soltó la pregunta “¿por qué no se dejan de molestar acá y se ocupan de sus fieles?” Todos los dioses presentes se empezaron a reír, y los recién llegados no entendían por que, a lo que no sabían que era justamente eso lo que los tenía mal a los Indeseables. Estos, al recibir este golpe de gracia, perdieron toda compostura y se marcharon a la carrera (uno descubriría muerto al dragón donde había venido, justo el que había matado Loki). Aniyo, sin embargo, se detuvo frente a Artemis y le dijo “ustedes saben donde pegar. Nos han quitado nuestro honor. Diganle a Apolo que lo perdono”, y se fue antes de que Artemis pudiera explicarle que Apolo no había planeado que los espiasen.

Hestia estaba muy ocupada en ese momento. Solo era la diosa del hogar, pero tuvo que ser también la de la medicina curando las quemaduras que la sangre del dragón les había provocado a los seres marinos. A la fiesta no había ido ningún dios de la medicina porque todos esos dijeron que no se prestaban para esas fantochadas. Isis estaba ayudando junto a Hera y Zeus, aunque este último lo más que hacía era estar sentado en una silla.
-¡Pero por algo les tiene que haber pasado!- le estaba dele decir Hera a una sirena.- ¿Fue así porque sí?
-¡Así porque sí, cuantas veces se lo tengo que repetir, señora! ¡Ay!- se quejó cuando le apoyó un trapo con alcohol.- Estaba ahí charlando con las chicas, y de repente el agua empezó a arder, a quemar como si se hubiera prendido fuego. ¡A gatas pudimos salir pero nos quemamos todas! Por favor, vaya a atender a una chica de por allá que tiene la cola como carbón y está aullando como una perra.
- La está atendiendo mi marido… ¡Zeus! ¡Te estoy mirando! Que sea la última vez o me pongo a atender a los sátiros para que me atiendan.
-¡Pero si la estaba curando!- se defendió Zeus, sacando la mano del escote (carbonizado) de una sirena.
- Este guacho… Precisaríamos más enfermeros, pero esos guachos cómodos de afuera no quieren trabajar.
-¡Uff! ¿Qué pasó acá?- preguntó Artemis, tambaleándose.
-¿Qué pasó con Loki?- fue la pregunta general.
- Con suerte, en dos o tres años va a aparecer en el retrete de Jormungard. No me pregunten más porque estoy muerta de cansancio por la carrera que nos hizo pegar… Encima mató a un dragón y lo hizo sangrar en el río, no se imaginan lo rojo que se puso.
-¡Ah, entonces fue eso lo que pasó!- gritó una nereida, retorciéndose.- ¡Había sentido que esa sangre era brava pero no sabía que era para tanto!
-¿Freya no conoce medicina contra dragones?- preguntó Hestia.- ¡No, mejor traigan a Idunn, que sus manzanas tienen propiedades curativas!

- Sí, me hice cristiana- les contaba Patricia (o Eco) al círculo de ninfas semidesnudas que se había formado en torno suyo.- El Otro, como ustedes le dicen, me devolvió la vida. A ninguno de esos guampudos- y señaló a los dioses- se le ocurrió devolverme la vida. En cambio el Señor –algunas ninfas saltaron- perdonó mi antigua vida licenciosa y me dio una nueva. ¿De que otra forma le podía pagar, si no era con mi alma? Porque también me dio alma, no sé si les había dicho.
-¿En serio?- preguntaron todas, admiradas.- ¿Cómo es?
- No siento nada distinto pero sé que cuando me muera no se va a terminar el asunto. ¿No es lindo?
-¿Por qué le habrás interesado?- le preguntó una ninfa.- Todos ya te daban por perdida. A nadie se le habría ocurrido revivirte, a no ser que le sirvieras para algo.
- Tuvo compasión de mí y quiso darme otra oportunidad. A ninguno se aquellos se les ocurrió algo así, ¿no les parece?
-¡Sí, sí, completamente!
- Eco, Eco, una pequeña pregunta- exigió Oiram.- ¿Cómo hago para enamorar a una mujer? Ya sos una, debes saberlo.
-¡Ay, fauno, si fuera tan fácil de responder! Para empezar, ustedes son unos degenerados que se la pasan con la libido al tope y es difícil que piensen en el amor, como no sea en el físico.
-¡Pero hay alguien que me gusta mucho!- se quejó el fauno.- El sexo no entra en esto. Bueno, quizás un poco… ¡pero la veo y siento algo por dentro que no puedo explicar!
-¡Cursi! ¡Cursi!- le gritaron otros faunos, pero Afrodita los hizo callar porque le interesaba ese caso.
-¿De una sola vez?- preguntó Patricia.- ¿Amor a primera vista? Para mí que no existe. Atracción unilateral en todo caso, pero no amor. Atracción bilateral, con mucha suerte.
- Entonces es unilateral lo mío con ella.
Gisella escuchaba con atención, bien escondida, y le parecía raro que un ser mítico hablase así de ella.
-¡Obvio! No quiero ofenderte pero a ella no le interesaría algo con alguien de otra especie. ¡Quién sabe! Ya tendrá novio.
-¡No tiene, no tiene!- exclamó Oiram, radiante.- Le pregunté y me dijo que se había peleado hace poco. ¡Está libre!
- Eso no significa que le interese formar pareja de nuevo tan rápido- rebatió la ex ninfa.- Sí quería al otro, me imagino que va a estar dolida algún tiempo.
-¡Me dio el telefóno!- argumentó el fauno dando pequeños saltos, y se cayó.
- Torpe. ¿Te lo dio ella voluntariamente?
- Se lo pedí- resopló el fauno, desde el suelo, contrariado.
- Perdón, parece que quiero tirarte todo en contra, pero en ese caso, eso no significa nada.
- Supongo- dijo el fauno.- Me dio el teléfono, pero puede haber sido nomás para hacerme una nota.
- Lo más probable- aseguró Patricia, y le hizo una pregunta.- ¿Sabes usar celular?
- Sí- respondió Oriam con una sonrisa, y añadió.- Me enseñó ella.
Gisella se rió. Esa mentira le había encantado.

-¿Por qué se enojó Skadi cuando Loki le dijo que tuviera cuidado con los centauros?- preguntó Situr.
-¡Qué no te escuche!- le chistó Freya.- Fue por la primera vez que fuimos a visitar a los centauros. Loki les dijo que ella era fría en apariencia pero muy caliente con cualquiera que se lo propusiera. Skadi tuvo que esconderse porque todos los centauros se le querían tirar encima. La mala fama le duró hasta hace un tiempo, pero Loki ha tratado a cada rato de arruinarle la imagen. No sé porque le tiene tanta idea.
-¿No será porque Skadi le dijo que era adoptado?
-¿Skadi dijo eso?
- Sí. Dijo “nórdico falsificado”. Tal cosa “falsificado” se les dice a los adoptados.
- Me parece una expresión humana y nueva, que queres que te diga.
- Puede ser- convino Situr.
Los músicos fantasmas empezaron a tocar cualquier música para indicar que había llegado la hora del banquete de ambrosía, y con ella los últimos tramos de la fiesta. Isis y Atenea se pusieron a hablar a solas en el bosque que Situr había descubierto persiguiendo a Loki.

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