viernes, 31 de agosto de 2012

¡Ultima Parte del último capítulo!

Hola, gente, aquí está el último capítulo de Reunión de Dioses. Veré cual es el proximo que publique, quizás sea la segunda parte, no sé. Abrazo grande.


Capítulo VII: Se disuelve la reunión. (Ultima parte)


Cuando se creía que después de todo la fiesta no había salido tan mal, el embrujo de Circe en la ambrosía produjo un efecto desastroso.
Apenas un dios dio el primer bocado, una sucesión de luces saltó de tarro en tarro y envolvió a todos los dioses, creando una ola luminosa que dejó a todos los dioses convertidos en aparentes narcotraficantes y consumidores de villa miseria. Skadi, blanca en piel, cabello y vestiduras, se volvió morena, morocha, con un corte de pelo distinto y varios aros en la nariz y los labios. Afrodita se convirtió en prostituta (una de sus subordinadas). Circe apareció riéndose dejando bien en claro que ella era la causante. Ni lerdo ni perezoso un dios que tardó más en convertirse la tiró al suelo con la idea de arrebatarle la cura, pero lo que consiguió fue contagiarle el hechizo. Resultó la más comprometida de todos, porque su bolso quedo convertido en una bolsa de plástico lleno de sobrecitos blancos que tenían nombres escritos. Los periodistas, ninfas, y faunos se salvaron.
Eso no hubiera sido nada, pero llegó la policía, llamada por Circe, que no había calculado que también podía ir presa. Ahí comenzó el desbande general. Todas las sirenas se tiraron al agua sin dudarlo, porque esa gente tenía muy mala fama, aún entre ellas. Los héroes se salvaron del hechizo pero demostraron que ya no eran valientes, porque huyeron apenas llegó la policía. Hades tardó en convertirse, y eso le dio tiempo para sacarles la vida, convirtiéndolos en cenizas y huesos ante las miradas aterradas de las ninfas. Todos los dioses y diosas trataban de parecer respetables a pesar de su aspecto, pero los policías se reían, los esposaban, y los metían en los patrulleros. A Odín se le cumplió un deseo; tenía los dos ojos sanos, y por la sorpresa apenas opuso resistencia cuando lo esposaron violentamente. Los fantasmas de la orquesta desaparecieron, indignados por la interrupción. Sasetdo y Dartaelos todavía se reían porque creían que todo era parte de un nuevo entretenimiento, y se dejaban maltratar lo más divertidos. Hera, al conocer parte de la jerga carcelera, no perdió el tiempo y gritaba “¡es violeta! ¡es violeta!” señalando a Zeus, porque todavía lo reconocía. Violeta se les decía a los violadores en la jerga carcelaría, y adentro les esperaba un destino similar.
También hubo dioses que trataron de esconderse. El dios Proteca trató de volverse árbol con las manos hacia arriba y fue de los primeros en caer arrestados porque los policías creyeron que estaba más drogado que otra cosa. Marduk se escondió debajo de la mesa y trató de parecer una de sus patas. Se lo llevaron lo mismo. Eco no sabía donde meterse pero Nadiade la tocó y se sumergió con ella en el lago hasta que todo terminó. No tuvo que respirar ni se mojó. Un armario mágico donde los dioses habían puesto sus abrigos podría haber sido un perfecto escondite porque daba el espacio que todos hubieran necesitado, pero no, porque el hechizo de los dioses (más ilusión que otra cosa porque se disiparía en pocos días) los condicionaba como hombres.
-¡Soy el gran dios marino del Norte de Asia Ishtir!- chillaba un dios cuando era puesto contra la pared. Escila y Caribdis fueron corriendo y escondieron a Fenris, Cancerbero, y sus hijos para que no se los lleven, como si alguien se hubiera animado a hacerlo. Algunos dioses trataron de escapar al bosque mientras intentaban volver a su forma original pero los agarraron igual. Freya, Thot, Baal, Zeus, hasta las divinidades mayores fueron encarceladas. Situr no se salvó tampoco, y fue metido en el patrullero junto a Anubis y Horus, los que lo habían llevado.
-¿Pero qué pasa?- le preguntó Atenea a un policía. Ella e Isis se habían salvado por estar discutiendo adentro del salón.
-¿Qué hace usted acá?- le preguntó bruscamente el uniformado.
-¿Qué hacen ustedes acá?- preguntó Isis.- Había una fiesta. ¿Qué hacen todas estas personas?
-¿Ustedes organizaron esta reunión de faloperos?- preguntó el policía, sacando dos pares de esposas.
-¡No, señor! ¡Era una fiesta donde estaban los dioses! ¿Acaso no la vio por televisión? ¿No le parecen raros el bosque y la montaña que hay en el fondo del patio?
El policía miró y quedó inseguro respecto de lo que debía hacer.
-¡Interrumpa este operativo, por favor!- pidió Atenea.- ¡Ahora escucho las voces, Isis! ¿Qué pasó?- le preguntó a uno de los transformados. “¡Fue Circe!” le alcanzó a contestar el otro antes de que se lo llevasen.
-¿Vio? ¡Ahí tiene! Fue Circe- le dijo Isis al policía, como si a él le resultase tan común o tan creíble. El hombre sonrió maliciosamente y sentenció:
- No me basta. Igual vamos a llevarnos a todos para averiguación de antecedentes- y se dio vuelta para irse.- Es por mandonearnos toda la antigüedad- murmuró.
-¡Es ilegal!- protestó Isis.
-¡Espere, aunque sea!- le gritó Atenea al comisario.- ¡Llévense a estos también!- y les trajo de golpe a los cinco ladrones. El comisario llamó a otros policías y se los llevó a los cinco. Cecilio, enojado, alcanzó a gritar:
-¡Si nos estábamos llevando bien…!- Isis pensó lo mismo que Atenea y le respondió:
-¡Eso fue por perdernos el respeto!

A pesar de todos los intentos, ninguna de las dos diosas consiguió que liberasen a ninguno. Confiaron, sin embargo, en que el hechizo de Circe terminaría pronto y los dioses pudieran irse sin dar mayores explicaciones y con todas las disculpas del caso. A la única diosa que el hechizo no afectó (aparte de Isis y Atenea) fue a la Pachamama, porque se había ido después de su enfrentamiento con Eloik.

Bien, la fiesta había terminado, y su final sería recordado mucho tiempo, no con alegría, claro. Todos los dioses iban a pasar la noche encarcelados y los noticieros se llenarían la boca con “¡miles de arrestados en golpe maestro al narcotráfico!”, claro que después titularían al descubrirse la verdad “¡los dioses se burlaron de la sociedad, lo que hicieron es impresentable!”.
- No se preocupen, nosotros tomamos todo lo que pasó- les dijo Gisella a las organizadoras.
- Esperemos que se note bien- dijo Isis, sin muchas esperanzas.
- La montaña desapareció- observó otro reportero.
- Sí, se acabó la fiesta y este patio está volviendo a la normalidad- confirmó Atenea.- En todo tiempo todos van a estar muy amontonados, y no es que los esté echando, pero tenemos que limpiar todo.
Los periodistas hicieron unas notas más, se despidieron, y se retiraron. Oiram acompañó hasta la puerta a Gisella, preguntándole donde vivía para ir a visitarla. Ella tuvo la precaución de darle una dirección falsa, por las dudas, pero no hizo lo mismo con el celular porque le empezaba a gustar el fauno, a pesar de que su entrepierna era bastante evidente.
Quirón se fue con todos los centauros luego de que limpiaron sus armaduras y curaron sus heridas, porque aunque en la fiesta no se sabía, ellos estuvieron muy ocupados peleando contra una estampida que se había salido de control, varios delincuentes que se habían metido y los pelearon a disparo limpio, y una convención de arañas gigantes que de pronto los encontró muy apetitosos. Atenea les pagó con monedas de plata, aunque rezongando porque “yo no los contraté, reclámenle al que lo hizo.”
-¿Nos guardan rencor por los problemas que ocasionamos?- preguntó Alpao. Detrás de ella estaban sus amigos.
- No, para nada- mintió Atenea.- Nos sirve de lección para la próxima vez que colonicemos la Atlántida.
- Bueno, gracias por todo. Nos tenemos que ir porque el bosque se va a mudar al África- se despidieron, y se marcharon al trote perdiéndose entre las plantas.
Las ninfas estaban jugando con los cachorros de Cancerbero. Escila y Caribdis les habían puesto nombres bizarros; un pequines alado y horrible se llamaba Ulises Mal Rayo te Parta. Un doberman que iba de un lado a otro como una bala se llamaba Odin Viejo Tuerto Autoritario, otro se llamaba Gianna Angelopoulos en honor a la organizadora de los Juegos Olímpicos Atenas 2004, y otros nombres que se mofaban de los dioses que se habían llevado presos. Cuando las diosas les dijeron que se los tenían que llevar, Caribdis aceptó llevar el lobo Fenris y los lobos de Odín a donde vivían los nórdicos, y Escila a Cancerbero y sus cachorros a los antiguos Infiernos.
El fauno Buhemotr llegó corriendo antes de que el bosque desapareciera y anunció:
- Ya solté todos los dragones y cosas en las que los dioses llegaron.
-¿Les dijiste la palabra para que todos vuelvan a su patria?- desconfió Isis.
-¡Pero, señora!- se ofendió el fauno.- ¡Nosotros no nos olvidamos ni de las ordenes ni de las hembras!- exclamó, y se fue corriendo hacia los árboles antes de que el bosque se fuera del todo.
La última que se fue sin desaparecer fue Patricia, que les hizo un vago saludo a las dos diosas y habló con una de sus antiguas amigas hasta que su novio Ricardo la fue a buscar. Las ninfas y los faunos se perdieron entre los árboles, y el río se secó. El bosque fluctuó y se convirtió nuevamente en los alambrados y muros de las fábricas vecinas. El murmullo y las luces de los seres elementales se fueron con el bosque.

Al fin quedaron solas Atenea e Isis juntando las sillas, limpiando lo desparramado, y dejando las habitaciones del salón sin estiramientos innecesarios. Habían hablado y estaban un tanto reconciliadas, pero estaban un poco mosqueadas. A pesar de eso, fue Atenea quien dio los últimos pasos al decir:
- Realmente no estaba tan mal lo de ustedes.
-¿Qué?- preguntó Isis.
- Lo de ser populistas. Conseguían unir a la gente mucho más que nosotros.
-¿En serio lo decís?
- Sí. Nosotros éramos débiles de imaginación y por eso tuvimos que ser imperialistas. Nos fue bien, pero mejor era el populismo.
-¿Te parece?- se extrañó Isis.- Lo que hubiéramos dado nosotros por un poco de imperialismo. Mucha pirámide, mucha tumba, mucha Esfinge, pero nunca tuvimos mucho poder real. La gente sabía que las otras naciones eran más poderosas y usaba eso para rebelarse. Los faraones les gritaban “¡no vamos a pagarle más tributo a los otros!” y la gente aplaudía, olvidaba sus diferencias, y se unía. Muy aburrido. Nos hubiera gustado ser imperialistas, que la gente conociera nuestras historias tanto como conocen las de ustedes.
- Pero el imperialismo era aburrido. Era lindo lo de tener todo controlado, pero estar todo el día cojudeando a los otros pueblos, y de yapa estar ocupados en hacernos pasar por dioses romanos… Y encima de habernos echado de Grecia, algunos libros de historia quieren saber más que nosotros sobre los nombres que usábamos. ¡Ay! No sé para que hablo del pasado si siempre termino deprimiéndome.
- Todo lo que se armó fue porque se metieron los otros a ayudar. Si nos hubieran dejado a nosotras nada de esto hubiera pasado- observó Isis.
- Pienso lo mismo. Si queres, te puedo llevar a conocer todos los lugares de Buenos Aires hasta que te vayas.
-¡Qué fiestita!- suspiró Isis.- ¿Cuándo vamos a dar la próxima?
- Dentro de treinta o cuarenta años, si no pasa nada demasiado grave- dijo Palas Atenea, cerró la puerta del salón Princesa Carmesí, y se agarró la túnica. En cuanto quiso moverse, se le rajó toda.- Mierda.


                                                                                              10/4/2006 – 1/9/2006.

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